Mesolítico en Oriente Medio

Comenzó hace unos 15 000 años en Mesopotamia y Egipto, al finalizar la última glaciación. El cambio climático provocó en la zona un proceso de desertización que, lógicamente afectó a las costumbres de sus habitantes, aunque de modo paulatino. También es posible que el cambio climático no fuera el único desencadenante del proceso, sino sólo un elemento más que estimuló al ser humano en su progreso. En cualquier caso, al principio, la caza y la recolección continuaron siendo fundamentales; pero, al reducirse las áreas ecológicamente productivas en las riberas de los ríos, lagos y oasis, la relación entre especies animales y/o vegetales con las comunidades humanas se hizo más íntima. En esta zona crecían espontáneamente el trigo y la cebada, y abundaban las manadas de ovejas, cabras y toros salvajes. El nomadismo se transformó, forzosamente, en semisedentarismo, la caza se convirtió en simbiosis (los humanos cazaban a sus piezas al tiempo que las protegían de otros competidores ecológicos, como reserva de comida) y la recolección se tornó en forrajeo organizado. Esta fase se llama, en el Oriente Medio, Kebariense. En este periodo, como acabamos de ver, se inventó el arco y las flechas cuyas puntas pueden estar elaboradas con una sola pieza lítica foliácea (la típica punta de flecha), o con varias incrustadas en un astil (es decir, microlitos laminares llamados puntas de Kebarah y microlitos geométricos).
Posteriormente la recolección adquiere mayor importancia, surgiendo la cultura más significativa del Mesolítico medio-oriental, el Natufiense: Localizada en las cercanías de Wadi-en-Natuf (un arroyo en territorio palestino), caracterizada por el sedentarismo (existen pequeños poblados con casas circulares de adobe y silos para el grano), el forrajeo sistemático y especializado en cereales, asociado a microlitos de tipo dientes de hoz, junto a morteros, piedras de moler, etc. En el Natufiense casi cualquier pequeña lasca alargada es aprovechada para obtener utensilios de diversas clases; es decir, aumenta la economía de gestos, pero, aparentemente, la técnica lítica se degrada. Sin embargo, esto podría interpretarse como una flexibilización de la economía, ya que los productos obtenidos son menos especializados, pueden usarse con diversos propósitos, no sólo como herramientas de caza, o por elaborarse in situ, para una necesidad puntual.

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