Clasicismo


El período clásico supone, en sus inicios, la culminación de esa herencia, con obras como el Templo de Afaia en Egina o el Templo de Zeus en Olimpia. A mediados del s. V a. C. se realiza, bajo el gobierno de Pericles, un ambicioso programa de construcción de edificios religiosos. Estos son erigidos en la parte más elevada, la acrópolis de Atenas, y suponen la consagración de los órdenes dórico y jónico.

Al mismo tiempo, se crea un nuevo orden de columnas: el corintio. Es interesante hacer notar que, según la tradición griega, su inventor no es un arquitecto, sino el escultor Calímaco. Se explica así que el orden corintio ofrezca un sentido más decorativo y estilizado. El origen es muy curioso: Calímaco había encontrado en el suelo una cesta sobre hojas de acanto; inspirándose en ese hallazgo, idea la forma del capitel corintio.

Progresivamente se fue introduciendo la columna corintia, consagrada en el Templo de Apolo, en Bassae. En los siglos IV y III a. C. se generalizará el empleo del orden corintio. Es, por último, la época en que surge una tipología que ya tenía precedentes en la arquitectura griega: el tholos, edificio de planta circular. El período clásico alberga excelentes ejemplos en los santuarios de Delfos, Epidauro y Olimpia.

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