Latinoamérica: India sustituye a España




Carlos Álvaro.– Tras el dragón, el elefante. Después de China, la India comienza a amenazar la posición inversora de España en Latinoamérica. Siguiendo los pasos del gran emergente oriental, la India, otro BRIC, ha irrumpido con fuerza y voluntad de quedarse en la región, en busca principalmente de materias primas y de mercados para la exportación. La India podría desplazar en breve a los tradicionales grandes inversores, EEUU y España, que de momento ocupan los primeros puestos en la mayoría de mercados latinoamericanos, pero que ven cómo cada año China recorta su cuota de mercado e influencia y temen ahora una incursión indostaní que puede afectar a sus intereses. Tras un primer desembarco estratégico en busca exclusivamente de commodities (alimentos, petróleo y minerales) y compra de tierras para agricultura, obligada por la falta de recursos energéticos y la necesidad de buscar alimentos para abastecer a una población de 1.200 millones de personas, la inversión de las firmas indias, como la de las chinas, empieza a diversificarse y a mirar también hacia sectores que interesan a unas empresas españolas que comienzan a tener otro terrible competidor en la región.

Y si China ya desalojó en 2010 a España como tercer inversor en Latinoamérica, situándose con una cuota del 9% por detrás de EEUU (17% de la IED en la región) y Holanda (13%), la India amenaza ahora con hacerse con la cuarta plaza, que comparten España y Canadá (4% de la IED). A la dura competencia que firmas como Repsol sufren ya en hidrocarburos por parte de las chinas Sinopec y CNPC, se suma ahora la amenaza india en esa actividad, así como en las de energía renovable, servicios, tecnología de la información, outsourcing, farmacia y agroindustrial. De momento, las eléctricas como Endesa y las compañías de telefonía e infraestructuras parecen a salvo del impacto del desembarco indio, pero nadie puede predecir el futuro y Delhi tiene muy clara una estrategia de presencia permanente en la región, diseñada en 1997 cuando creó el programa Foco en Latinoamérica. Y si la Cepal prevé ya que China sea en 2015 el segundo socio comercial de Latinoamérica, no es descabellado pensar que la India se quede con la segunda o tercera plaza.

Para las firmas españolas, que han impulsado su internacionalización en Latinoamérica para relanzar sus negocios y que aumentan sus planes de inversión en el área para esquivar la crisis europea, la creciente presencia india en ese mercado es otro factor de inquietud que se suma al arrollador avance chino, especialmente en Brasil y Argentina, pero también en Chile, Perú y Colombia, los países que más interesan a las firmas hispanas. En 2010 Pekín invirtió 14.642 millones de dólares en Latinoamérica, notablemente en extracción de recursos naturales, y prevé inyectar 22.740 millones en 2011.

¡Que vienen los indios!

La progresión de la inversión india en Latinoamérica es acelerada, como lo ha sido la de China, que hace pocos años tenía una presencia insignificante en el área. La entrada de capital indio, como en el caso chino, cuenta con el beneplácito de los gobiernos y el apoyo de instituciones como el BID, que ven en la llegada de capital asiático una garantía para el mantenimiento del crecimiento en un momento en el que Europa hace aguas. Desde comienzos de siglo no ha hecho más que crecer, en 2009 superó los 17.200 millones de dólares y se habrá acercado a 25.000 millones en 2010. A nivel mundial, la India emerge también entre los países con mayores inversiones en el exterior, con 75.000 millones en la década 2000-2010. Y en un su último informe, la Unctad, que cifra en 159.000 millones de dólares el montante total de IED en la región en 2010 (+13%), destacaba que el hambre de materias primas de Asia tira y tirará en un futuro de las inversiones en Latinoamérica.

Para mantener su ritmo de crecimiento (8% anual), la India necesita abastecer su demanda de alimentos, combustibles e infraestructura (sólo en los próximos cinco años precisará más de 5.000 millones de inversión en instalaciones), pero también conquistar nuevos mercados. Por ello, Delhi apunta también a Latinoamérica como blanco para sus exportaciones y el intercambio comercial con la región (muy asimétrico a favor de la India, como las inversiones) ha registrado un ascenso meteórico en pocos años. Si en 1999 los intercambios latinoamericanos con la India y China eran cercanos a cero, en la siguiente década la relación con Pekín se disparó al 9% del total y en 2010 se acercó a 200.000 millones de dólares (diez veces más que en 2002). Con más retraso, el comercio con Delhi también crece: en 2009 representó el 1% del total regional y en 2010 pasó al 2% (20.000 millones, frente a 6.000 millones en 2007 y 2.000 en 2002), impulsado por la importación de crudo, soja y cobre y la exportación de químicos, medicamentos, productos de ingeniería y textiles.

Los principales mercados para los productos indios son hoy Argentina, Brasil, Chile, México Colombia, que captan 90% de sus exportaciones. Este tráfico se ha visto impulsado por el acuerdo preferencial suscrito en 2009 entre Mercosur e India y el pacto comercial de Delhi con Chile. Y tras el impacto chino, la región teme ya otro choque competitivo en su importante manufactura textil.

Hoy, y al igual que sucede en el caso de China, Brasil es el principal destino de la inversión india en Latinoamérica, pese a que la estrategia de Delhi pasa por no dejar fuera de sus proyectos a ningún país, por pequeño que sea. Brasil representa el 25% de las inversiones indias en la región, a distancia del 10% que acumula Argentina. Como China, la India carece de recursos energéticos relevantes y precisa comprarlos (es el cuarto mayor importador global de petróleo) para satisfacer la demanda de su economía).

En busca de commodities... y algo más

Desde 2006, y en busca de activos en hidrocarburos y metales, las compañías indias están entrando con fuerza en las explotaciones mineras y la industria petrolera y del acero de Latinoamérica. Mittal Steel (dueña de Arcelor) opera en Brasil, donde la productora de aluminio Hindalco (Aditya Birla) anunció para 2011 inversiones por 300 millones de dólares; Jindal Steel & Power ha inyectado 3.000 millones en proyectos mineros, de ellos 2.000 millones en Bolivia (una de las inversiones indias más importantes en el área) y Essar Steel construirá una siderúrgica en Trinidad. Y las firmas indias planean más inversión minera en 2012 en Colombia, Perú, Bolivia Argentina, Brasil y Chile.

La petrolera OVL opera ya en Brasil, Venezuela, Colombia y Cuba con inversiones por 2.500 millones y la experiencia que ONGC Videsh tiene en alta mar con su plataforma Mumbai High, que aporta la mitad de la producción petrolera anual de India, va a servir para las operaciones offshore en Colombia, Ecuador, Brasil, Perú y Venezuela. Indian Oil y Oil India están presentes en Venezuela y Argentina y la poderosa Reliance Industries, que se aprovisiona de crudo de México, Ecuador, Venezuela y Brasil y que firmó en 2009 un acuerdo con Ecopetrol para explorar y producir crudo en Colombia, importó en 2010 desde Latinoamérica un 25% del crudo que consume.

La necesidad de adquirir alimentos para nutrir a un país superpoblado estimula también la compra y alquiler de tierras latinoamericanas por compañías indias y Shree Renuka Sugars y Walbrook ya se han hecho con extensas porciones de tierra en Brasil y Colombia para producir alimentos y biocombustibles. Con un enorme déficit en recursos naturales, Delhi ha puesto sus ojos y gran parte de sus proyectos agrícolas en Latinoamérica, región que posee el 26% del agua dulce del Planeta cuando Asia tiene el 60% de la población y menos del 25% del agua. La India juzga que hay potencial para cultivar más de 100 millones de hectáreas en los países de Mercosur y que este bloque podría convertirse en líder agroindustrial mundial, por lo que fomenta la inversión en soja, girasol, azúcar y etanol en Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

La presencia india crece también en farmacia (Strides Acrolab compró activos brasileños por 75 millones y Glenmark ha entrado en Argentina); en renovables (el proveedor eólico Suzlon Energy se estrenó en el mercado brasileño en 2010 y comienza a competir en la región con las firmas españolas); en automoción (Tata Motors, Sonalika y Ashok Leyland) y en agroquímica (United Phosphorus tiene ya intereses en Argentina y México).

Pero las firmas indias no sólo buscan ya materias primas. Respaldadas por el liderazgo mundial del país asiático en producción de software, las inversiones en tecnología crecen en Latinoamérica y las consultoras tecnológicas (Infosys, Wipro, Tata) emplean ya a 17.000 personas en el área. La India ha aumentado su inversión en tecnología de la comunicación en Brasil, Argentina, Uruguay, Dominicana y Venezuela, en una nueva ola inversora que para la región supone llegada de capital a áreas de mayor valor añadido.

Las empresas de servicios indias han comenzado a expandirse por Latinoamérica motivadas por la cercanía del mercado de EEUU, menores costes salariales, mercados con especialistas que se manejan en inglés y otras lenguas y la proximidad horaria entre la región y EEUU y Europa (la diferencia es de 1 a 3 horas con Nueva York y de 2 a 4 horas con las ciudades europeas más importantes). India es muy activa en la región en subcontratación o outsourcing (segmento del que es líder) y ha irrumpido con fuerza en el mercado de externalización de procesos de negocios (BPO) latinoamericano, proveyendo a empresas de todo el mundo de servicios informáticos y de asistencia telefónica a consumidores de habla inglesa. Su éxito inicial se debió a los costes salariales que ofrecía y su diversificación actual ha sido impulsada por el avance del poder adquisitivo de consumidores de habla hispana y lusa.

Es el caso de la consultora de servicios de voz y call center Capgemini, con 4.500 empleados y operaciones en Brasil, Chile y Guatemala, pero también, en outsourcing, de Tata Consultancy (firma del grupo Tata, que fabrica desde autos a comestibles), que facturó 6.300 millones de dólares en el mundo en 2010 y tiene presencia en Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Ecuador y Uruguay, con 7.200 empleados en la región, en la que desembarcó en 2002.

En todos los rincones

Brasil, donde la inversión china es abrumadora (del país asiático procedió el grueso de los 48.500 millones que captó en IED en 2010 y Pekín ya es el primer inversor directo), es ya el país con más capital indio. Arcelor (Mittal Steel) tiene una presencia significativa; Bharat Petro ha invertido 280 millones en exploración petrolera; Shree Renuka, que compró Equipav por 331 millones y Vale do Ivai por 240 millones en 2010, ha adquirido 130.000 hectáreas de tierra para caña de azúcar (es ya uno de los cinco principales productores de ese cultivo en Brasil) y Mahindra Satyam será uno de los proveedores de la FIFA para la Copa del Mundo 2014. ONGC Videsh colabora con Petrobrás e invertirá 700 millones de dólares y firmas indias han comprado un 30% en la parte de bloques de Repsol para explotar crudo en la costa cubana. Más de 50 firmas indias operan en Brasil en diversos sectores, desde el aluminio y el gas al farmacéutico y las renovables, muy desarrolladas en Brasil, interesan enormemente a la India, especialmente el etanol producido a partir de caña. El rol logístico del Canal de Panamá y la importancia del puerto de Santos también han hecho de Brasil el centro de operaciones de firmas indias y chinas.

En mayo, las inversiones indias en Argentina superaron los 1.500 millones de dólares, según anunció la ministra de Industria, Débora Giorgi, al inaugurar otra planta de fármacos de alta tecnología del laboratorio indio Glenmark. En el país hay una veintena de firmas indias, la mayor parte en los sectores farmacéutico, agroquímico, informático, minero, agrícola y servicios de call center, si bien el interés se dirige últimamente a los biocombustibles y el acero. Primero desembarcó el coloso Tata Motors, que explora joint ventures en producción de vehículos, después Godrej y más tarde Aegis (call center), que adquirió Action Line (5.000 empleados). Sonalika Tractors rubricó un acuerdo con Apache e invertirá 2,5 millones de dólares y, en el sector petrolero Reliance se ha asociado con Pluspetrol y ONGC-OVL se han asociado con Enarsa.

Pero la principal inversora india es United Phosphorus (agroquímicos y semillas), que ya tiene en Argentina cuatro fábricas y un centro de investigación. Walbrook se adjudicó 600.000 hectáreas para aplicaciones agrícolas y la estatal Oil India busca participaciones en activos de gas y petróleo por 1.000 millones. En Argentina operan también Cognizant, Cellent y Aaliptha (tecnología informática), TCS, ICIC, Crisil, Punjab Chemicals, Indo Borax (minería), Srishti (turismo) y Kirloscar (irrigación) y la India, que se ha fijado como meta que su inversión en Argentina supere en breve los 3.000 millones, ha aumentado su comercio, especialmente el agrícola (soja).

La India ha puesto también sus ojos en Colombia, uno de los destinos preferidos por la inversión española. El país, que emerge como tercer productor de hidrocarburos en la región tras Brasil y Venezuela, espera inversiones por 28.000 millones en exploración petrolera en cuatro años e incrementar la producción de 963.000 barriles/día a 1,5 millones en 2014. Y buena parte de esas inversiones, que se prevé totalicen 100.000 millones en diez años, serán indias (y chinas), ya que Delhi considera al país clave en su estrategia de inversión energética. Desde 2010 están llegando firmas de BPO y software (Sutherland, Genpact, Tata, Infosys) y en sólo dos años Colombia ha pasado de dos empresas indias a una treintena, la mayoría centradas en el petróleo, carbón, tecnologías de la información, biofarmacia, plásticos e infraestructura.

Bolivia, cuyo presidente, Evo Morales, acaba de pedir desesperadamente en Pekín más inversión, tiene establecidas varias empresas indias en el sector minero, aunque el Gobierno mantiene últimamente una relación tensa con la principal y más antigua, Jindal Steel & Power, que opera en el yacimiento de El Mutún, uno de los mayores depósitos de hierro del mundo, y que ha construido una fábrica de acero. Bolivia y Jindal firmaron en 2007 un Contrato de Riesgo Compartido para explotar El Mutún, en el que la siderúrgica india se comprometió a invertir 1.500 millones de dólares en los cinco primeros años.

En Paraguay, donde las firmas indias buscan tierras, ya opera la empresa de colorantes de plástico Alok, mientras que en Ecuador, una delegación de la India visitaba Quito en mayo para explorar su irrupción en el mercado tecnológico y Find Secure, Bow&Baan, Embarc, SourceEdge Software, Technology Solutions, India Soft y Bhasinsoft prevén una inversión inicial de dos millones de dólares en tecnología de la información. Uruguay mantiene su interés en que desembarque la minera Aratirí, pese al desacuerdo surgido a última hora sobre los beneficios que obtendrá el Estado de una inversión que se elevaría a 1.500 millones. Y varias delegaciones han viajado a Delhi para promover la inversión en el país: este año han visitado Delhi el vicepresidente, Danilo Astori, el ministro de Industria y el presidente del banco central.

Chile, que rubricó un acuerdo comercial con la India en 2006 y acaba de firmar un Acuerdo de Alcance Parcial con rebajas arancelarias, también tiene gran interés en que la inversión india acompañe al creciente montante de capital chino que llega al país, donde ya hay importantes inversiones en tecnologías de la información, minería, farmacéutica y energía. México, donde operan ya una veintena de empresas indias, entre ellas United Phosphorus, juega para atraer el interés indio la baza de competitiva de su proximidad con los clientes finales estadounidenses, aspecto estratégico en muchos sectores industriales. Venezuela tampoco queda al margen y ONGC Videsh, Indian Oil y Oil India han invertido ya 2.200 millones de dólares. Además, este año, con motivo de la visita del presidente Chávez a Delhi, varias empresas de tecnología y turismo expresaron su interés en el país. En 2010 Indian Oil, Oil India, Petronas y Repsol invirtieron 4.800 millones en el campo petrolero Carabobo.

En Perú, donde el comercio con la India representa hoy el 1,1%, lejos del 16% de China, que está muy cerca de convertirse en el primer socio comercial, tanto los intercambios como las inversiones avanzan con fuerza, amparados en el TLC que Lima firmó con EEUU. Tras un primer desembarco en busca de commodities, la inversión india comienza a diversificarse hacia tecnologías de la información y centros de atención telefónica. Perú negocia con la India un Acuerdo de Promoción y Protección de Inversiones en el marco del futuro TLC bilateral y varias firmas indias, Reliance, Jindal y Core Minerals, han asegurado inversiones por 700 millones de dólares en exploración y explotación minera y de hidrocarburos. Por su parte, la Cooperativa de Agricultores de la India (Iifco) invertirá 200 millones en una planta de cloruro de potasio en Piura.

Bienvenido, mister Singh

En un reciente estudio, India: oportunidades y desafíos para América Latina, presentado en el foro India: oportunidades de comercio e inversión, el BID alienta la llegada inversora de la India a Latinoamérica con la tesis de que el país asiático tiene potencial de ser el gran comprador de productos agrícolas y minerales, dos de las principales exportaciones de la región, si se superan los actuales obstáculos (altos aranceles y costes de transporte). En el documento, la entidad destaca que el país es el otro gigante emergente, tras China y no sólo una potencia con gran demanda de materias primas, sino con creciente apetito por bienes de consumo por la expansión de su clase media.

Tras indicar que cabe esperar un desembarco indio similar al protagonizado por China, el BID censura en el ámbito comercial los elevados aranceles indios, que dificultan la entrada de productos latinoamericanos en ese mercado y genera un intercambio asimétrico. Para equilibrar la balanza, pide a los países de la región que regulen la contratación de mano de obra barata y eviten estancarse en el modelo agroexportador y petrolero, invirtiendo en productos con valor agregado que puedan ser necesarios en India, como alimentos elaborados y derivados del petróleo. A título de ejemplo, el BID señala que los productos agrícolas latinoamericanos soportan barreras arancelarias que llegan en India a un promedio del 65,1%, frente al 12,5% chino. La entidad señala que la meta de las firmas indias es explotar el modelo de subcontratación y uso de mano de obra barata que emplean en su país y que el modo de producción agrícola que buscan es usar la tecnología para producir alimentos a bajo coste.

Con todo, el BID juzga que existen factores positivos y diferenciadores en la llegada india que pueden resultar ventajosos para Latinoamérica, como su liderazgo en servicios informáticos y tecnologías de la comunicación y una buena formación de recursos humanos. La entidad recuerda que la mayoría de las grandes firmas de EEUU utilizan software y consultores indios y considera que una de las mayores oportunidades para la región radica en atraer empresas tecnológicas indias y vertebrar industrias tecnológicas potentes en la región para aprovechar el liderazgo de la India en el sector tecnológico.

Pese a las asimetrías, las empresas de Latinoamérica comienzan también a hacer sus pinitos en la India: la mexicana Cinépolis ha realizado la mayor inversión de una multilatina en el país, aprovechando la prolífica industria cinematográfica de Bollywood (160 millones de dólares) y las brasileñas Marcopolo (que construye autobuses con Tata) y la siderúrgica Gerdau, con una inversión de 70 millones de dólares ya están allí

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